Desafío Semanal

NÚCLEO PRÁCTICO: Dios desea mi desarrollo personal

PRINCIPIO BÍBLICO: Dios me dio emociones. Aprendo a comunicarlas y gestionarlas con la ayuda de Dios y de otros

VERSÍCULO ELEMENTAL: Dios mío, tú alumbras mi vida; tú iluminas mi oscuridad. Tú proteges como un escudo a los que buscan refugio en ti.

2 Samuel 22:31 TLA

ENFOQUE: Identifico y comunico mis emociones

Encuentro 3: ¿Cómo te sientes hoy?

Papás esperamos esta esté siendo una buena semana, que bueno que tomes este tiempo para dedicarlo a tus hijos y de forma especial a su relación con Dios. Esta semana estuvimos trabajando el tema de las emociones y aunque no parezca, por supuesto que tienen relación con Dios, pues Él las puso dentro nuestro y lejos de ser un problema, son una herramienta.

Las emociones hacen parte de nuestra naturaleza y aprender a comunicarlas y gestionarlas es clave para enfrentar las diferentes situaciones. Los chicos viven intensamente sus emociones y los padres tenemos el desafío de darles herramientas para usarlas de forma adecuada… no esperes que tu hijo reaccione correctamente cuando siente enojo, quizá aún necesita que le enseñes cómo manejar el enojo y cómo comportarse cuando lo siente.

En el encuentro de esta semana, usamos un recurso que creemos puede ser muy útil para los niños y para ti en casa: la rueda de las emociones (dando clic aquí la puedes descargar). Esta rueda nos ayuda a entendernos un poco mejor, pues nos permite ver de forma simple que no solo me siento feliz o triste, sino que puedo sentirme solitario, rechazado, emocionado… y esa identificación es el primer paso de la gestión emocional.

Así que te proponemos que usen esta rueda en casa. Si tus hijos son de hablar mucho pueden elegir una noche de esta semana y mientras comparten algo rico (a la hora de merendar por ejemplo) conversen sobre qué emociones sintieron en el día y qué situaciones fueron las que hicieron que se sintieran así, por supuesto hazlo tú también y hazlo con sinceridad. Mostrarle a tu hijo que eres vulnerable no te hace menos admirable, al contrario, te hace más cercano.

Si tu hijo es más reservado y no está muy acostumbrado a hablar de lo que le pasa… “no prepares un momento” sino que inicia la conversación de forma natural, proponiéndole lo mismo, que identifique qué sintió y qué cree que fue lo que hizo que esa emoción se despertara.

Después, sugiérele algunas maneras de lidiar con esa emoción y terminen orando a Dios para pedirle su ayuda en esos momentos intensos “que podamos actuar como hijos de Dios”… oren especialmente por la ayuda del cielo en medio de las emociones desagradables, que aunque no nos encanten, vendrán y nos sirven para algo si sabemos utilizarlas.

¡Enséñale a tu hijo que Dios no se moleta o asusta con ninguna emoción! Al contrario, está junto a nosotros en todas ellas.

 

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